Entre las muchas tendencias que han aparecido en los últimos tiempos dentro de la nutrición y dietética, llama la atención la irrupción de la dieta del paleolítico, o paleodieta, un método y una forma de vida que gana cada día más adeptos. ¿De qué se trata? Pues básicamente, comer como lo hacían nuestros antepasados, aunque no se trata de seguir sus modos de vida de forma estricta, lo que en términos gastronómicos se traduciría en comer carne de caza en crudo. No, no es tan radical, pero sí que se basa en los cambios en la dieta humana que se introdujeron con la generalización de la vida sedentaria a partir de la extensión de la agricultura y la ganadería, una transición que introdujo algunos malos hábitos instalados para siempre en nuestras vidas.
Se trata de tener una vida activa: andar, correr, moverse, evitar el sedentarismo, en definitiva. Y en la mesa, pues mucha fruta, y verduras, raíces, bulbos y hortalizas, tanto cocidas como crudas. Y mucha carne, pescados y mariscos, si puede ser, de animales que hayan estado en libertad o semilibertad (su composición de grasas será mucho más saludable). También frutos secos.
Paleodieta y aceite de oliva
Sin embargo, hay que evitar los cereales y legumbres, las patatas y limitar la bebida a sólo agua. Así mismo, eludir la sal y el azúcar. Pero, ¿por qué nos resulta interesante la paleodieta para una web sobre aceite de oliva virgen extra? Pues porque los expertos en dietética que siguen esta tendencia hablan de la importancia de consumir grasas, pero no cualquiera, sólo las que aportan la carne y los pescados y las saludables, como la que proviene del aceite de oliva virgen extra, además con muchas virtudes: es antioxidante y frena el colesterol. Eso sí, dentro de los preceptos de la paleodieta, se recomienda tomarlo en crudo.
Como dice el terapeuta Carlos Pérez, autor del libro Paleovida, «hace sólo 200 generaciones que ingerimos harinas, azúcares y lácteos: ¡no estamos adaptados!»